Nuevos bancos para repensar la dinámica pedagógica.

La tradición

Cuando las promociones de exalumnos se reúnen en el colegio para conmemorar su aniversario de graduación, uno de los momentos más emotivos del encuentro, es buscar aquellas aulas  que guardan tantas anécdotas, sentarse en ese banco que sienten propio, y al grito de –Acá!! Acá estaba sentado cuando la profe de Latín me pescó con el machete!- sacarse una selfie!

Es que ese banco, que tal vez hasta guarde el rastro de un corazón que grabó a punta de compás para dar testimonio de un amor adolescente, es el mismo, y está en el exacto mismo lugar, desde hace casi 100 años.

Las aulas del Colegio, que vemos tan bellas con su mobiliario de época, sus bancos atornillados en filas perfectas, el estrado y el fantástico sistema de pizarrones que suben y bajan enmarcados en maderas labradas;  siempre iluminadas naturalmente desde la izquierda, para que los diestros no nos hagamos sombra sobre el cuaderno, son la representación arquitectónica de un modelo de enseñar hoy bastante cuestionado, en el cual los alumnos, sentados de a uno en fondo, escuchan al profesor, elevado, en la posición central, dar su discurso, generalmente unidireccional, desde el saber del educador hacia el aprender del educando. 

La pedagogía de hoy en día promueve una relación más horizontal entre profesor y alumnos, y aboga por un trabajo más colaborativo en el aula, en la que se puedan conformar equipos y ejercitar distintas dinámicas de trabajo grupales, y para que esto pueda llevarse adelante de una forma más amable, la recomendación de los especialistas es que las aulas puedan permitir diferentes configuraciones de su equipamiento.

¿Cómo congeniar estas nuevas dinámicas del trabajo en clase con nuestros bellísimos bancos fijos?

Una oportunidad de innovación

A partir del malogrado proyecto de la Rectoría de implementar claustros temáticos, se pensó en la necesidad de dotar a cada Departamento de un aula moderna, equipada con sistemas de proyección electrónica y el instrumental más adecuado para llevar adelante el dictado de sus clases. Entre las innovaciones se pensó equiparlas con un sistema flexible de pupitres que permitiera distintas configuraciones. Si bien ese proyecto no prosperó, la idea de aulas configurables quedó flotando en el aire como una oportunidad de innovación.

La Asociación Cooperadora tomó el proyecto como una oportunidad de repensar la conformación de las aulas, y se comprometió no solamente al financiamiento del nuevo equipamiento, sino a liderar el proceso de diseño de las aulas flexibles. 

Ninguna propuesta del mercado satisfacía plenamente todas las premisas que nos propusimos. Consideramos entonces que el mejor camino sería diseñar y fabricar un conjunto de mesa pupitre y silla pensados para atender las particularidades del Colegio. 

Convocamos en primer lugar a los Jefes de Departamento, para que nos compartieran sus requerimientos y sus dinámicas pedagógicas. De esas reuniones surgieron algunas decisiones, como el hecho de que los nuevos pupitres fueran compartidos entre dos alumnos, lo cual significaba menos bancos para desplazar en cada reconfiguración y mantener cierto orden en las agrupaciones. Además ya proponían la posibilidad de trabajo conjunto entre los dos compañeros que compartieran un pupitre. 

Salvo en un caso, no se creyó conveniente la eliminación del conjunto estrado – pizarrón, ya que el docente igual podría desplazarse entre las nuevas configuraciones dejando los pizarrones en altura para mejorar su visibilidad. Estos pizarrones podrían complementarse con sistemas de proyección, en reemplazo o complementarias con las pantallas LED actuales.

Para que los nuevos bancos se integraran lo mejor posible a las viejas aulas, se tomaron también algunas premisas estéticas que los emparentaran con la percepción general que tenemos del equipamiento actual. Se decidió entonces usar una tapa de madera lustrada, e incluso se evaluó la posibilidad de reutilizar las tapas de los viejos bancos sobre una nueva estructura que permitiera su movilidad. También se decidió usar una estructura de tubos metálicos o planchuelas de hierro pintadas de color negro. Así, las nuevas aulas se mimetizarían con las tradicionales a partir de su materialidad, y el impacto visual del cambio sería menor, si bien en su funcionalidad serían radicalmente distintas.

También nos enfrentamos al problema del tamaño de los pupitres, ya que las aulas en el CNBA son relativamente pequeñas y tienen una densidad muy alta de ocupación. Y para colmo casi un cuarto de su superficie está ocupada por el estrado.

Con estos datos y estas decisiones, nos vinculamos con la Facultad de Arquitectura y Diseño de nuestra Universidad, para convocarlos al diseño de un banco modelo. El elevado costo y el tiempo que insumiría este servicio, nos hizo desistir de ese camino. Sin embargo, a partir de la recomendación de los Decanos y Directores de Carrera, nos vinculamos con fabricantes del mercado a quienes propusimos una compulsa de Proyecto y Precio. 

El ganador de esta compulsa fue la empresa de equipamiento Unimate, quienes fabricaron un prototipo que se expuso en el hall de la Rectoría durante dos semanas, para que la comunidad del Colegio lo conozca, lo probara y evaluara. Y de los comentarios que surgieron, se arribó a una corrección final antes de producirlos.

Finalmente se compraron pupitres para equipar tres aulas, con el propósito de equipar otras tres en un futuro cercano.

El resultado final ha sido muy satisfactorio y los nuevos bancos fueron bien recibidos por toda la comunidad, tanto por los alumnos como por los profesores.

Hoy el Colegio cuenta con una línea de muebles educativos diseñados exclusivamente para sus necesidades, que mantienen el espíritu estético de los originales en cuanto a su materialidad, que toma en cuenta el tamaño y la densidad de sus aulas, y que permite nuevas dinámicas pedagógicas.


Tradición y modernidad en el CNBA

Nuestro Colegio se ufana del espíritu innovador por sus programas académicos experimentales, universitarios, de excelencia académica. Sin embargo, suele reaccionar ante los cambios de manera muy conservadora. Le cuesta adquirir prácticas de enseñanza más vinculadas con la tecnología (basta ver el pobre uso que se ha hecho del equipamiento de pantallas LED en las aulas, proyecto de la Cooperadora de 2015), y desde ya le cuesta pensar en modificar su dinámica pedagógica histórica en la cual las aulas tradicionales son una marca registrada. Muchos exalumnos, enterados de que algunos bancos antiguos serían removidos, se comunicaron con la cooperadora con la idea de hacer un remate de estos muebles, convencidos de que sus ex usuarios pagarían fortunas por quedarse con uno de ellos!! El peso de la historia y la tradición en el CNBA es enorme. Ha sido tan rica su trayectoria, que a veces nos tiende la trampa del anquilosamiento. El Colegio no debe ser un museo, porque un museo es sinónimo de tiempo pasado. Es muy bueno que la historia esté presente, pero como un trampolín hacia el futuro, animándonos a ser innovadores de verdad. Repensar el aula del Nacional Buenos Aires, tal vez sea también el repensar el aula de la escuela argentina del siglo XXI.


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